Chiquilicuatro, chiquilicuatre. 1 страница



Zascandil, donnadie, mequetrefe. Persona de ningún interés y de importancia social nula, con el que no se cuenta; pelanas. Hoy se le conoce con el despreciativo nombre de "mierdecilla". Era insulto corriente en el siglo XVIII, en Madrid. Lo utiliza a menudo en sus sainetes Ramón de la Cruz:

 

-Usted va después.- No quiero:

y sepa el chiquilicuatro

que la tropa es lo primero

en todas partes.

 

La terminación en "-e" es valenciana, y se utiliza mucho en aquel antiguo reino y su zona de influencia, hasta Orihuela y Murcia, donde la hemos escuchado en contextos y ámbitos sociales de toda índole, siempre aplicado a personas de muy escasa entidad.

 

 

Chirimbaina.

Chisgarabís, vaina, persona sin reputación ni estima; donnadie, meticón y bullicioso, que inicia polémicas y luego escurre el bulto. El término es de principios de siglo; González Anaya, en su obrita Los naranjos de la mezquita, de hacia 1930, emplea el término: "¿Qué dices? ¿Ese cabrito, ese chiporro, ese chirimbaina de Argote? -rugía ama Generosa-".

 

 

Chirrichote.

Necio; individuo básicamente tonto. Covarrubias creía que el vocablo originó en la forma de pronunciar el latín los clérigos franceses que peregrinaban a Santiago, quienes en vez de decir "kirie...", pronunciaba "chirrie...", de lo que se reían todos ante el "chirrichote" o chirriar de los kiries que se armaba. De lo que Covarrubias explica se deduciria una etimología de naturaleza onomatopéyica, de imitación del sonido; pero parece que el término es de creación expresiva, mediante la repetición de la "ch". En cuanto al contenido semántico, es el de "necio y presumido" que sigue teniendo en la Mancha, y que le da Quevedo en el siguiente pasaje:

 

Saltó el licenciado y díjole gentil chirrichote, dándole una moza como mil relumbres hija de sus padres, más rubia que las candelas, que no sabe lo que se tiene, y hácese de pencas.

 

 

Chisgarabís.

Persona inquieta, de ninguna entidad social; culo de mal asiento; entremetido y bullicioso, de escasa estatura y malas trazas y figura. Castro y Serrano, en sus Cartas trascendentales, lo emplea así:

 

Un chisgarabís sin oficio y sin fortuna arranca brutalmente del seno de sus padres a una pobre muchacha enloquecida...

 

 

Chivato.

Acusica y soplón. En cuanto a su etimología, nada hay definitivo; al parecer deriva de "chivar", con el valor semántico que el término tiene tanto en la América hispanohablante como en Andalucía y la Maragatería, donde cursa con "molestar, hacer daño, fastidiar, engañar", valores semánticos relacionados con el carácter arbitrario e irascible del cabrito o chivato, circunstancia que también dio lugar al verbo "cabrearse, cabrear". Hay asimismo cruce semántico con "gibar", por proximidad fónica de las palatales iniciales "g, ch". Otros proponen que derive de un término caló equivalente a "persona que habla más de lo que debe, o que se va de la lengua"; o del verbo de esa misma lengua, chivar = envolver, comprometer. Es voz muy ofensiva, sobre todo en ambientes carcelarios y del hampa.

 

 

Chocho.

Se dice de quien sabe poco, y se comporta como un niño de pecho. En lenguaje familiar, persona que por un amor exagerado se vuelve medio boba. En algunos lugares es voz con la que se alude al viejo cabrón que todo lo consiente con tal de recibir alguna caricia o arrumaco de la mujer que ama. También se llama, a estos últimos: "chotos", "viejos chochos" y "chochones", que son los cabrones pasados de rosca en lo que toca a su capacidad de aguantarindignidades.

 

 

Chorizo.

Ratero, ladronzuelo. Es término procedente del caló chorí= muchacho que hurta con arte, dándose maña en substraer cosas de poco valor. Se utiliza como substantivo y adjetivo. Es voz que aunque confinada a ámbitos suburbiales, de uso entre gentes del hampa menor, ha cobrado un protagonismo y actualidad inusitados merced a acontecimientos políticosociales que han disparado su uso por los medios de comunicación.

 

 

Chorra (ser un...).

Es tanto como ser un "tío pija, un carajo a la vela, tonto en extremo, huevón (véase también "chafalote"). Como sinónimo de pene, no recogido por el DRAE, tiene que ver con una de las acepciones de "chorrear": Salir el líquido lentamente y goteando, en alusión muy gráfica a la salida del semen del órgano masculino. También puede ser palabra de creación expresiva, o incluso aféresis de "pichorra", a su vez forma aumentativo-despectiva de "picha". En la acepción de "ser tonto" que el sintagma tiene, el verbo está íntimamente relacionado con el substantivo "chorrada", que no es sino "dicho o hecho propio del chorra, del badulaque o imbécil". Hacer el chorra, y serlo, son en la práctica la misma cosa. Hacer el chorra es no actuar cuando se supone que debería hacerse, o intentarse al menos. Es un chorra involuntario, y lo hace, el protagonista de la siguiente jota citada por Cela en su Diccionario:

 

Mientras tú estás en la cama

con las teticas calientes,

yo estoy bajo tu ventana

con la chorra hasta los dientes

 

 

Choto.

Es el cabrito que mama, y en sentido figurado y rufianesco, "viejo desdentado que por ser impotente y no querer sin embargo dejar el trato carnal con mujeres, se aviene a satisfacerlas empleando labios y lengua". En femenino, el término experimenta un cambio semántico en la expresión "estar como una chota", que es tanto como estar como una cabra, o completamente loca.

 

 

Chulo.

Mezcla de rufián, pícaro, valentón de taberna y bocazas. También se dijo del individuo que se conduce a sí mismo con gracia, desvergüenza y desparpajo barriobajero, distinguiéndose por la afectación y guapeza de su indumentaria o atuendo. Parece que es término de procedencia italiana, de la voz ciullo = muchacho, aféresis de fanciullo. Entró en el castellano como "chulo" vía un romance de germanía de la segunda mitad del siglo XVI. Juan Hidalgo, en su Vocabulario, publicado en Barcelona hacia 1609, da al término el sentido que hoy tiene; y F. del Rosal utilizaba la voz "chula" como sinónimo de "amiga". En los siglos XVI y XVII tuvo valor diferente al actual, ya que era término de uso entre rufianes no para dirigirse a gente como ellos, sino a inferiores considerados pusilánimes o cobardes. Con este valor lo utiliza el bravucón que se dirige al aprendiz de barbero en la novela picaresca Vida y hechos de Estebanillo González, del bufón del mismo nombre, (mediados siglo XVIII:

 

Pues vuesa merced, señor chulo, me alce este bigote, porque donde no, saldré y le quitaré a su amo los suyos a coces y a bofetadas.

 

Mariano José de Larra (primer tercio siglo XIX), pone al chulo en el siguiente contexto:

 

La gramática parda es la que yo necesito, me interrumpió el más desembarazado con aire zumbón y de chulo.

 

En cuanto a los chulos de mancebía, o matones de prostíbulo, que viven de la intermediación o alcahuetería, reciben el nombre de "chulos de puta", y equivalen al rufían tradicional. J. Belda, en El cojín (cito por C. J. Cela, Diccionario...) emplea así el término:

 

Las trescientas pesetas que Margarita le había entregado fueron a parar al bolsillo del guardia de orden público de la sección ciclista que hacía con la hetaira funciones de chulo.

 

 

Chupasangres.

Explotador aprovechón que lleva a las cuerdas al obrero para ofrecerle el mínimo salario al más alto esfuerzo; se dice también de quien se las arregla para vivir de mogollón; lapa; parásito social.

 

 

Chupóptero.

Parásito, término que tiene in mente a los himenópteros, insectos libadores o succionadores (chupadores o chupones) de flores; parásito social, o vividor que se bandea bien por ciertos ambientes y mundillos, haciendo de la intriga su modus vivendi. Persona que vive del cuento y de la reputación de otros. Es voz no admitida por los diccionarios al uso, pero bien construida en cuanto a los fines significativos que pretende, y razonablemente extendida y aceptada por el público. El término figura en el Diccionario de expresiones malsonantes de J. Martín, publicado en 1974.

 

 

Churrullero, churrillero.

Persona desvergonzada y marrullera, charlatana y enredadora, que habla por los codos, pero sin substancia ni fundamento. Cervantes, en El Licenciado Vidriera, utiliza así el término:

 

Esto se dice de los buenos poetas, que de los malos, de los churrulleros, ¿qué se ha de decir sino que son la idiotez y la ignorancia del mundo?

 

Está íntimamente relacionado con el marrullero, aunque sin usar de tantas zalemas y ocurrencias graciosas como aquél. También se aplicó antaño al chapucero que no conocía bien el oficio, y a quien no importaba dejar las cosas peor que las había encontrado. Es término de curiosa historia, ya que desciende del nombre de una calle y mesón napolitanos, lugar de reunión y encuentro del hampa local: la Hosteria del Chorrillo (Cerriglio en italiano). Se hace eco de él el autor del Viaje de Turquía (1557), de cuyo texto ofrecemos el diálogo entre Pedro y Mata:

 

Pedro: Nápoles (...) tiene gentil puerto, calles comunes, la plazuela del Olmo, la rúa Catalana, la Vicaría, el Chorrillo...

Mata: ¿Es de ahí lo que llaman soldados chorrilleros?

Pedro: Deso mesmo; que es como acá llamáis los bodegones, y hai muchos galanes que no quieren poner la vida al tablero, sino andarse de capitán en capitán a saver cuando pagan (a) su jente (...) para beber y borrachear.

 

 

Cínico.

Individuo que hace alarde de no creer ni en la rectitud ni en la sinceridad, impúdico. A las caracteristicas descritas uníase antaño las de puerco, sucio y desaseado. Hoy se predica, amén de lo expuesto, del individuo que se conduce con falsedad, hipocresía y mala intención. Conocida es la anécdota de un insigne cínico de mediados del siglo pasado, el duque de Sevillano, que tenía adjudicada la contrata de la paja para los caballos del ejército. Se le acercó un día Isabel II en cierta recepción que daba en la Corte, y le dijo: "Duque, ¿es verdad que os estáis haciendo rico dando paja a los caballos de mis tropas...?"; y el duque, que era de gran presencia de ánimo, y un perfecto cínico, contestó: "Señora, no; al contrario: me estoy haciendo rico no dándosela..." (pero la cobraba). En cuanto a su etimología, procede de la voz griega kinikos = perteneciente al perro: El término llegó al castellano vía el vocablo latino cynicus, concepto alusivo a la escuela filosófica fundada por Antístenes en el siglo V antes de Cristo, que impartía su doctrina en el gimnasio ateniense llamado Cynosarges: pez-perro, lugar destinado a los pobres, esclavos y extranjeros, de donde le vino el nombre a la escuela y corriente de pensamiento por él sustentada. En castellano empezó a usar el término A. de Palencia en su Universal vocabulario (finales del siglo XV): "(se dice de quien pertenece a) la secta de los cynicos". Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua (1611), tiene esto que decir: "Cínico: el que sigue la se(c)ta de los filósofos cínicos, dichos assí del nombre griegos kinikos, cynicus, caninus, mordax, inverecundus (...). Diógenes fue desta secta. Eran sucios, porque de ninguna cosa se recatavan, teniendo por lícito todo lo que era natural y que se podía executar públiamente, como era el ayuntarse con las mugeres (...); de todo dezían mal, echando sus faltas en la calle. ¡Plega a Dios que no aya agora otros Menipos y Diógenes caninos!

 

 

Cipote.

Bobalicón, extremadamente ingenuo y simple, que a estas limitaciones une las notas físicas de obesidad; sujeto desmazalado y sin gracia. Procede del término latino cipus = pie del tronco de una planta, y también porra. Con esa acepción aparece en el lenguaje escrito hacia el siglo XV: çipote. Tanto en Portugal como en diversas regiones de España y América el término conoció pronto una acepción peyorativa, despectiva e insultante. Así, en Almería equivale a "bobo", y en Sevilla o Murcia es término de comparación con el valor de "pene", diciéndose de alguien que a la calidad de tonto une la de zafio, que es más tonto que un cipote. En la América de habla hispana equivale a "zoquete".

 

 

Cobarde, cobardón.

Persona falta de ánimo, valor o coraje; pusilánime y medroso. Su etimología es latina, de coe = cola, porque el cobarde vuelve grupas, si va a caballo, o enseña el trasero, si es peón, indicando que recula y huye. Es término antiguo: "covardo, covarde". Lo normal en la Edad Media es encontrarse con la forma "covarde". Así aparece en el Libro de Alexandre. A partir de la redacción de la primera Crónica General, de 1344, se generalizó el término en su forma actual. Poco antes, Juan Ruiz escribía en su Libro de Buen Amor, cantando las virtudes y poderío de Amor:

 

El amor faz sotil al omne que es rudo,

fazle fablar fermoso al que antes es mudo,

al omne que es covarde, fazlo muy atrevudo,

al perezoso faz ser presto e agudo,

al mancebo mantiene mucho en macebez,

e al viejo perder faz mucho la vejez;

faz blanco e fermoso del negro como pez,

lo que una nuez non val amor le da gran prez.

 

Tirso de Molina (primer tercio del siglo XVII), en el acto primero de Palabras y plumas, pone en boca de cierto caballero el siguiente consejo:

 

Y mirad que siempre ha sido

el valiente comedido,

y descortés el cobarde.

 

Entre las injurias de palabra, la más grave junto a sodomita, traidor y blasfemo o desleal. Del poeta de la primera mitad del siglo XIX, M. J. Quintana, son estos versos:

 

Perdona, madre España. La flaqueza

de tus cobardes hijos pudo sola

así enlutar tu sin igual belleza.

 

 

Cochino.

En su acepción figurada, equivale a persona sucia y desaseada. En ese sentido es voz sinónima de "guarro, cerdo, puerco..." Parece que su etimología es onomatopéyica, por imitación del sonido que se emite para llamar al cerdo: coch, cuch. En castellano emplea el término (primera mitad siglo XIV), el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor:

 

Fuése más adelante, cerca de un molino,

falló una puerca con mucho buen cochino.

 

La forma "cochino" es, como se deduce del texto del Arcipreste, diminutivo de "cocho": la cría del puerco, o lechón.

Como término insultante y ofensivo, llamar a uno "cochino" empezó a generalizarse en tiempos de Cervantes, en que se relacionaba con la suciedad y con la grosería y ausencia de modales. A quien eructaba en público se le tildaba de cochino. Covarrubias lo define así: "Al hombre sucio, o de mal trato, dezimos que es un cochino".

 

 

Cocinilla.

Diminutivo-despectivo de cocina con que se califica a la persona entrometida, a menudo un hombre, que se interesa por cosas domésticas ajenas a su incumbencia, pertenecientes al ámbito de la cocina, improvisándose a sí mismo como entendido en gastronomía, y ofreciéndose a preparar uno u otro guiso; y por extensión: metomentodo pesado y pelma, que no deja trabajar a los demás, mostrándose obsequioso y colaborador cuando nadie solicita su ayuda o concurso.

 

 

Colipoterra.

Puta, mujer de mancebía. El erudito extremeño, Rodríguez Moñino, en su edición del Cancionero General de Amberes, (mediados siglo XVI), registra el término en una Canción en la germania:

 

No lloréys, colipoterra,

ni me tengáis por gayón

si no os le pongo so tierra

antes que dé la oración.

 

En otro lugar del Cancionero citado, se incluye un soneto titulado De quantas coymas tuve toledanas, del que es la siguiente estrofa:

 

De quantas coymas tuve toledanas,

de Valencia, Sevilla y otras tierras,

yças, rabiças y colipoterras,

hurgamanderas y puturaçanas...

 

La nómina o lista de voces sinónimas dentro del campo semántico del puterío, es muy abultada, tanto que merece por sí sola un libro o tratado.

 

 

Comemierda.

Sujeto vil y miserable que carece de dignidad y es merecedor de desprecio; donnadie, pelagatos, persona de la que no debe fiarse nadie, y de quien sólo cabe esperar bajezas y villanías.


Дата добавления: 2019-02-12; просмотров: 215; Мы поможем в написании вашей работы!

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