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La vida en casa

Los memorialistas del siglo xv tratan de mantener en el seno de su familia el gusto y el respeto, digamos que incluso la mística, de la vida común. El florentino Gino Capponi escribe en su diario personal, en 1421, dirigiéndose a sus hijos: "Habréis de permanecer juntos por un tiempo hasta que estéis en situación de efectuar el reparto en la unidad", y noventa años más tarde, en 1510, otro Capponi, Andrea, informa a su tío, obispo de Cortona, que su hermano y él han decidido vivir juntos, poniéndolo todo en común, algo muy a propósito para satisfacer el honor de la casa y los deseos del susodicho tío. Vivir en común es también el ideal de Alberti, que le hace declarar a su portavoz, el venerable Giannozzo: "Yo desearía que todos los míos habitasen bajo el mismo techo, se calentaran al mismo fuego y comieran a la misma mesa". Todos los míos significa, por supuesto, la parentela en su sentido restringido, la del propio hogar. Pero todo el mundo (al menos en este nivel de la gran burguesía urbana), manifiesta su deseo de conservar el aludido hogar patriarcal. Lo que semejante deseo tiene de concreto, de preciso, se realizaba en parte, como ya se ha visto, en las familias múltiples del patriciado; perose trata también de un anhelo a la vez más profundo y más general: al evocar la unidad, el honor, la casa, los patriarcas expresan a un mismo tiempo la nostalgia de una convivencia cotidiana en el hogar que no se reduzca a pura fachada y la de una armonía permanente que, más allá del hogar mismo, mantenga unidos igualmente linaje y amigos. ¿Confirma o desmiente la vida corriente este anhelo? ¿Cómo se vive en común?

Los tipos de habitación

A los tipos de familia —restringidos o numerosos, pobres o ricos, rurales o urbanos, etcétera— corresponden otros tantos tipos de vivienda.

La diversidad de las condiciones se manifiesta ante todo en el pueblo llano. Un poco por to das partes, la vivienda de los asalañados y pequeños propietarios o renteros parece más que sencilla, con sus muros de adobe, su techo de paja (comarca de Bolonia, bastantes localidades de Toscana, y por todas partes alrededor de Lodi, en Lombardía), y sus dimensiones por lo general reducidas (cuatro a cinco por ocho a diez metros). Exiguos, ahumados, desprovistos de tabiques interiores, y a veces en ruinas, estos tugurios no ofrecen ni reposo ni intimidad. Las granjas (poden) habilitadas en Toscana para los renteros o colonos tienen a veces mejor aspecto: un material más sólido para los muros (piedra, ladrillo) y para la techumbre (teja), dimensiones mayores en anchura y altura (diez a doce metros por cinco a seis) las hacen más habitables. El espacio interior, de una sola planta, se halla dividido por lo general en varias piezas entre las que figuran una bodega, una sala, una o varias habitaciones, más algunas loggie donde trabajar al exterior. Pero el modelo conoce innumerables variantes atestiguadas en el Piamonte o en el Apenino emiliano (escalera exterior, con galería y habitaciones en el piso superior, establo en la planta baja), etcétera. En las aldeas y villorrios fortificados, donde el hacinamiento se vuelve forzoso dentro de las murallas, las condiciones de la vivienda son también diferentes. En San Colombano, cerca de Lodi, la parte más antigua comprende en 1437 siete viviendas (domus). De gran robustez a causa de sus muros de piedra (ya que se encuentran adosadas a la muralla de la ciudad), estas domus no resultan por ello menos exiguas: cuatro de ellas no sobrepasan los veintisiete metros cuadrados, repartidos en dos piezas únicamente, espacio vital reducido para el barbero y los otros artesanos que acogen. La hacinación no está en este caso forzosamente ligada a la pobreza.

La disparidad de las viviendas es mayor en la ciudad, lo mismo que pasa con la de las fortunas. Sólo que en las ciudades más importantes los materiales se han uniformizado. Las construcciones de madera, tan corrientes en el siglo Xll, representaban un considerable peligro de incendio. En el XlX aún no habían desaparecido todas ellas, ni en Florencia, ni en Bolonia, ni en Siena, ni en Génova, ni en Venecia, pero sí que se había difundido la costumbre de construir en materiales más seguros, ladrillo o piedra: ladrillo en Florencia para las construcciones más sencillas, y piedra para las mansiones de la burguesía; en Siena, ladrillo para las simples casas y los palacios, y, al menos en los paramentos, pie-

 Simone Martini, El bienaventurado Agostino Novella, "Milagros del santo" (detalle), políptico, 1328-1330. (Siena, iglesia de San Agustín.)

dra a partir del siglo XV; piedra, y luego ladrillo a partir del piso segundo, en Génova, etcétera. Esta relativa estandarización de los materiales no lleva consigo por supuesto ni la de las casas, ni sobre todo la de las condiciones de habitación.

Vivir en un medio urbano, para la gente pobre o mal integrada, significa tener que contentarse con un alojamiento elemental, a veces en mal estado, e incluso más mediocre aún que los del pueblo llano. Existe el dato de jóvenes solteros recién inmigrados que han de contentarse con una sola habitación compartida (Florencia, 13 30). Y hay parejas, en una proporción imprecisa, que no lo pasan mejor. En Toscana, durante el siglo XIV, la vivienda pobre convencional no es a veces más que una casucha exigua, de materiales caducos (madera, argamasa) y en mal estado, o que una o dos piezas en un inmueble de varios pisos; en los mejores casos las dos piezas se comunican, pero están confinadas en el último piso o en un palco inftrior (primer piso a la altura de un entresuelo). También puede suceder que se hallen superpuestas, cada una en un piso distinto (sala, alcoba y eventualmente cocina), unidas por la escalera común del inmueble. Habitaciones en cualquier caso oscuras, incómodas (a veces sin cocina), relegadas al patio, para reserala fachada a los inquilinos más acomodados. El inmueble puede ser de atractiva apariencia; pero hay un reparto imperioso a la vez horizontal y vertical, que distingue unas de otras las viviendas según su situación social. También los pobres están amontonados y seguramente ellos sobre todo, en barrios, calles e inmuebles exclusivos, y semejante segregación se acentúa durante el siglo XV, al menos en Florencia. Hemos de añadir que en este nivel se trata por supuesto de alquileres, de alquileres cortos (de un año en un 75% de los casos). Los humildes cambian de casa con frecuencia. La pobreza reduce el espacio privado, comprime a sus integrantes (hasta la promiscuidad) y al mismo tiempo obliga a romper las solidaridades privadas más amplias (amigos, vecinos) cuando están a punto de formarse. Queda entonces el recurso de las clientelas, lazos más flexibles e indiferentes al emplazamiento de los domicilios, pero también más dependientes, aparte de que el ingreso de los más pobres en las clientelas ricas sigue siendo problemático.

Artesanos, comerciantes, todo el popolo medio de las ciudades italianas en general, y de las toscanas en particular, vive en habitaciones más espaciosas y más decentes, lo mismo si se trata de apartamentos que de casas, de alquiler (caso frecuente) o de propiedad. El centro de estas viviendas está naturalmente formado por los dos grupos de piezas constantemente presentes en la forma de habitación medieval, la sala (sala) y la alcoba (camera), sin que deje de haber algunas comodidades suplementarias: ante todo una cocina (las viviendas pobres carecen de ellas), cada vez con más frecuencia integrada en la misma casa (y no en el patio), si bien no faltan casos en que se la ha relegado a una especie de desván del último piso; a veces hay también un patio, un jardín, una bodega, un establo, un pozo privado, etcétera. Pero sobre todo, y éste es el verdadero lujo, la casa dispone de dos (o más) alcobas, repartidas entre los pisos si se trata de una casa, o conseguidas gracias al desdoblamiento de una pieza más espaciosa por medio de un tabique. Las salas se hallan instaladas preferentemente del lado de la fachada, las alcobas (sobre todo las de las mujeres), del lado del patio. La división en lotes l evada a cabo en Florencia durante el siglo XlV multiplicó, a lo largo de las nuevas calles rectilíneas, las casas de doble exposición (callejardín) y plano sencillo (sala a la calle, alcobas al jardín) que ofrecen al mismo tiempo un nuevo tipo de vecindad (la calle que aleja reemplaza a la platilla que aproxima) y de intimidad (promoción del jardín familiar, así corno de la habitación individual).

La alta burguesía acomodada de las artes mayores (popolo grasso) y la nobleza se hallan instaladas con mayor amplitud. Las fortalezas almenadas, totalmente desprovistas de espacio y (le confort, que las abrigaban durante el siglo Xlll cedieron el puesto a viviendas más abiertas y más espaciosas, de las que hay testimonio en todas las ciudades toscanas (Pisa, Siena, Lucca, Florencia) y lombardas. Construidas como las otras (las del popolo medio) en ladrillo o en piedra, se distinguen de ellas por las dimensiones de su fachada y de sus huecos, así como por los detalles con los que se las embellece: herrajes diversos (argollas, faroles, perchas), columnillas de mármol en las ventanas (en Siena) o amplios huecos de medio punto (Florencia), almenas al borde del tejado, etcétera, y sin duda alguna por una disposición interior más espaciosa. Las primeras mansiones florentinas de este tipo aparecen antes de fines del siglo ml (palacios Mozzi, Frescobaldi, Spini, Peruzzi) y, desde la primera mitad del siglo XlV, las residencias urbanas de los principales mercaderes se atuvieron a este modelo. Robustas, muy habitables, muchas de ellas han desafiado el paso del tiempo —en concreto las recién nombradas—, y aún puede admirarse el prolongado despliegue de sus fachadas, de una severa austeridad, aunque suavizada por las largas secuencias superpuestas de tiendas (en la planta baja) y de huecos (en los pisos), que airean estos edificios y les quitan cualquier carácter de fortaleza.

Este tipo de construcción, un tanto indebidamente denominado palacio, va a seguir ganando terreno. ¿Cuáles son sus transformaciones a lo largo del siglo? No se sabe bien. Lo que sí es cierto es que, cuando al fin puede conocerse, por inventarios posteriores a 1375, su disposición interior, ésta aparece realmente variada y articulada. La residencia del florentino Jacopo di Rosso comprende así, de acuerdo con su inventario de 1390, una gran entrada (androne) probablemente abovedada, una pieza abovedada utilizada como sótano y/o bodega (volla), dos salas (la "primera" y la "grande"), dos alcobas, cada una de las cuales da a las salas, la cocina y un cuarto de servicio. En total, cinco piezas habitables y vastos desahogos. Serotino Brancacci a su vez, dispone, dos años antes, de tres salas, una antecámara, cuatro alcobas, dos volte y una cocina, todo ello en torno de un patio presidido en su centro por un naranjo y repartido en dos niveles (piso y planta baja). Las bóvedas, una sala y una alcoba se encuentran instaladas en la planta baja, mientras que el piso comprende dos salas y dos alcobas.

Estas disposiciones son susceptibles, como es natural, de innumerables variantes. Pero, de cualquier manera, ilustran la difusión y la importancia en la vivienda burguesa de nuevos elementos, que lo son al menos por su amplitud y su simultaneidad: el uso privado de la planta baja, cuyo antiguo papel comercial se reduce en este caso (tiendas y pequeños almacenes, alquilados a gente extraña, o simplemente ausentes), la desmultiplicación de las salas y las alcobas, sin romper, no obstante, los emparejamientos sala/alcoba, como otros tantos espacios particulares en el espacio común; la profusión de reservados y servicios a propósito para asegurar en la vida del hogar más autonomía y más confort; la ampliación a dos pisos de la existencia familiar, capaz de llevar consigo una repartición más específica de los usos comunes y de lo privado personal (de padres, de hijos, de seryidumbre, de parejas distintas); la valoración del patio (con frecuencia todavía embrionario o ausente) como centro estético y festivo de la vivienda (patio amueblado en casa de Serotino con un solo objeto: un enorme naranjo). Las divisiones de lotes efectuadas en el siglo XlV fuera de la vieja ciudad fortificada constituyen un caso particular. Los patricios que se establecen allí construyen mansiones igualmente ricas, pero la situación particular de tales casas, levantadas al extremo de largas parcelas, perpendiculares a la calle, tan características de estos lotes, les da un aspecto especial, idéntico al de las casas más sencillas que las rodean: plano rectangular, doble exposición calle/jardín (el jardín está formado por la parte no construida de la parcela) y sin patio interior. En la fila continua de casas en que se hallan insertas estas mansiones patricias, su originalidad proviene de su anchura: se las construyó a caballo sobre dos parcelas.

El siglo XV aporta a este dispositivo cambios indiscutibles, pero cuyo alcance hay que precisar con cuidado. La construcción, o con mayor frecuencia la restauración (por agrandamiento, redistribución interior o fusión de inmuebles contiguos) de viviendas amplias y ricas análogas a las que acabo de describir prosigue entre los siglos XlV y XV. Algunas de estas mansiones conservan las dimensiones indicadas más arriba, mientras que otras se conciben con mayor amplitud. Desde fines del siglo XlV, los inventarios ya citados (13 80-1410) nos hablan de numerosas viviendas de Florencia (las de los Palla Strozzi, los Bombeni, los Cappelli, los Davanzi) dotadas de patios interiores (cortili) y con doce y más habitaciones distribuidas en tres o cuatro niveles. El palacio (aquí el término es adecuado) habitado en el siglo xv por los hermanos Da Uzzano (via dei Bardi) contiene hasta treinta habitaciones, nueve en la planta baja, diez en el primer piso y once en el segundo. Pero estas construcciones respetan el tejido urbano. Su plano, con frecuencia extraño, se pliega a la forma de la parcela en que se levantan, parcela constituida a su vez por compras difíciles y aleatorias. Sus fachadas siguen la alineación general sin nada que las distinga de verdad de las casas medianeras (salvo el cuidado puesto en la talla de las piedras y en el acabado) ni que las aísle siquiera. En su planta baja subsisten o reaparecen las tiendas, circunstancia ilustrada por el palacio Davanzati que su propietario declara al fisco, en 1498, como "un palacio con tres tiendas del arte de la lana".

No obstante, a partir de 1440, aparecen aquí y allí palacios que sus constructores quieren que contrasten decididamente sobre el sistema antiguo, los grandes y famosos palacios Médicis (1446), Pitti (primera versión, 1446), Antinori (1465), Strozzi (1489), Gondi (1490). Construcciones de gran prestigio, y muy costosas; para hacer sitio a la nueva arquitectura, se compran y derriban manzanas enteras de casas. Estas estructuras, aisladas, rodeadas de calles a las que dan a veces directamente por dos o tres de sus lados, han de hallarse embellecidas por otras tantas fachadas decoradas. Totalmente desprovistas de tiendas, se dedican enteramente al espacio privado, espacio inmenso, magnífico, con jardín y hermoso coytile, pero completamente cerradas sobre sí mismas y protegidas del mundo de los otros por la altura de las ventanas, la de los muros, y la profundidad imponente del portal. El patio, vasto y rodeado de pórticos, constituye el corazón de la mansión hacia el que todo converge (huecos y escaleras).

Al contrario de lo que sugiere irresistiblemente su majestuosa arquitectura, y a pesar de la enorme diferencia de escala que los separa de las viviendas burguesas y comerciales descritas más arriba, estos palacios no resultan más espaciosos que aquéllas, y a veces lo son menos. Los cuatro pisos del palacio Davanzati abrigan alrededor de quince habitaciones, mientras que, según gichard Goldthwaite, su más reciente historiador, no sería posible contar más de una docena en los palacios de nuevo estilo, ni quiera en los más espaciosos: una parte considerable del espacio privado se halla en efecto dedicado en éstos a los patios, a los dines y las dimensiones de las piezas habitadas, desmesuradamente altas de techo y vastas de extensión, impiden multiplicarlas en el espacio restante.

Los hogares de los burgueses más ricos disponen, por tanto, en Florencia de dos tipos de viviendas. Los palacios más modernos son con mucho los más prestigiosos, y sobresalen por su tamaño y su situación sobre el conjunto de las casas burguesas. Se siente la tentación de hacer de ellos el verdadero modelo de la vivienda aristocrática florentina, que se orientaría de esta forma, en la realidad o en el sueño, hacia lo que, pese a las apariencias, se nos presenta como la razón de ser de estas construcciones: servir de soporte, a la vez fastuoso y protector, a la nueva exaltación de la familia conyugal sobrevalorada y del individuo superior que ella perfecciona en su seno.

Pero el esplendor de estos palacios y la ambición de sus constructores no deben llevarnos a engaño. Las construcciones de este tipo no representan en Florencia, entre las viviendas habituales de la aristocracia, más que una exigua minoría. Desde 1430 hasta 1520 entre todas las ramas de tres familias, Capponi, Ginori y Rucellai, que contaban ellas solas más de doscientos matrimonios, sólo dos jefes de familia emprendieron la construcción de palacios; los demás vivieron en casas heredadas o compradas, casas de todas las dimensiones, por lo general antiguas, a veces más que centenarias, en cualquier caso medievales de concepción y de aspecto. Sólo que, cosa paradójica, gracias a las remodelaciones, añadidos, sobrealzados, etcétera, de que han sido objeto, estas viejas mansiones acaban por ser más maleables, más abiertas e incluso más espaciosas que los palacios. En las doce, catorce y hasta treinta habitaciones que en ellas puede enumerarse, se acomodan vastas familias multinucleares que viven en una atmósfera de falansterio, incluso cuando el espacio habitable se halla separado en apartamentos. La familia amplia, la familia patriarcal, prosigue en la aristocracia florentina una carrera floreciente y se la encuentra en ella con bastante frecuencia, a condición de no creer que se la va a encontrar a cada momento en sus palacios.


Дата добавления: 2021-01-21; просмотров: 81; Мы поможем в написании вашей работы!

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