La realidad social como base.

Ideas materialistas en general.

La ciencia como base.

El materialismo es una concepción filosófica que considera que el universo es único (MONISMO) y que está en constante movimiento y transformación. Esta es la única realidad que nos muestra la ciencia, sin agregar ni quitar. Esta concepción se opone al idealismo, que considera que hay “dos mundos” (DUALISMO): el material y el espiritual, siendo que los fundamentalistas incluyen en el mundo espiritual a dioses, demonios, duendes, el amor, la esperanza, la “energía” (lo que sea que en entiendan por esta palabra) las almas en pena, los fantasmas, espectros y otros objetos de su imaginación. ¿Cuál es la base para sus ideas? La fuerza de la fe.

Esta es la diferencia de cómo entienden el mundo materialistas e idealistas.

 

El ser humano, como ser material que es, tiene necesidades materiales. Como un ser dotado de un cerebro particularmente desarrollado, el hombre también tiene necesidades espirituales. Los materialistas planteamos que las necesidades materiales (salud, alimentación, vivienda, transporte, infraestructura educativa, computadoras, celulares, ropa, zapatos, jabón, agua potable, etc.) deben ser resueltas a partir del contacto con la naturaleza y de su aprovechamiento responsable, de la organización del trabajo, de la distribución de la riqueza y de su redistribución si hace falta. Tal como muestra la investigación científica, el bienestar material otorga al hombre tiempo, medios y oportunidades para la búsqueda y logro de su bienestar espiritual (seguridad, música, esparcimiento, ocio, contemplación, etc.). Sobre la base de este conocimiento científico, los materialistas planteamos que la lucha por el bienestar material es fundamental, es decir que es la base sobre la cual podemos organizar y dirigir el modo de actuar ante la realidad (natural o social), diseñar una estrategia, elegir prioridades, fijar plazos y métodos, evaluar resultados, corregir errores y volver a intentarlo.

Ensayo y error. Teoría y práctica retroalimentándose. Pensamiento y acción. El resultado es el aprendizaje. Esto último es la teoría materialista del conocimiento.

Por su parte, los idealistas plantean que el bienestar espiritual (como sea que lo entiendan) es lo fundamental. Quien pida un pan para dar a sus hijos será reprendido porque debería tener primero hambre de dios. Si tienes frío, podrían pedirte que sufra tu carne para que dios se apiade de ti. Las enfermedades como el covid 19 son plagas con que dios castiga al hombre. El tráfico de órganos es un pecado y los proxenetas son pecadores. La realidad económica, social y biológica, se aborda “desde el espíritu”. En resumen: para enfrentar los problemas de la realidad natural y social proponen el martirio gozoso del propio cuerpo y la oración. La recompensa podrá cobrarse en la “otra vida”.

Esta es la diferencia de cómo proceden ante la realidad materialistas e idealistas.

 

Hasta aquí he descrito las ideas más generales que tenemos los materialistas en torno a la realidad y al hombre, a la materia y el espíritu. Sobre esa base los materialistas e idealistas tienen diferentes actitudes ante la realidad natural y social.

 

Ideas en torno a la muerte.

La ciencia como base.

Sobre la base del conocimiento científico establecido por la biología, los materialistas entendemos que la muerte es parte de la vida. Entendemos además que la muerte, como parte de la vida, es una necesidad biológica.

La muerte como parte de la vida.

Para entender esto requerimos un entendimiento más o menos preciso de qué es la vida, algo que nunca he visto que un idealista hay podido resolver. Resumo: no hay una división precisa entre la vida y la muerte. Todo lo que se conoce es que en algún momento la célula viva entra en un estado de no retorno que la llevará a la célula a un estado que reconoceremos como muerte. Además, existen estados difíciles de definir como “vida” o “muerte”. Por ejemplo, el estado de los glóbulos rojos de los mamíferos, que pierden el núcleo durante su maduración, o las plaquetas, segmentos celulares que circulan por la sangre. Por este motivo no se les reconoce como “células” (mínima unidad biológica) sino más bien como “elementos formes”.

 

Por último, el ser humano puede producir también estados “intermedios” entre la “vida” y la “muerte” al extraer el núcleo de una célula (produciendo un sistema “viable” que no se reconoce ni vivo ni muerto) e introducirle otro. Para activar esta estructura “hibrida” el hombre aplica una descarga eléctrica que reinicia el metabolismo celular. Son las criaturas de Frankenstein en el laboratorio, verdaderos milagros que por supuesto no conoce la inmensa mayoría del público común al cual se sorprende con relatos maravillosos traídos de Roma.

 

La muerte como necesidad.

Charles Darwin nos hizo entender cómo la selección natural propiamente extermina a la inmensa mayoría de organismos que se producen. Un gusano produce varios miles de descendientes de los cuales solo necesita sobrevivir dos para que se reemplazar a los progenitores. Y será necesario solo uno si es un gusano hermafrodita. Las moscas producen también varios cientos de huevos de los cuales solo dos serán suficiente para reemplazar a los progenitores. Los naranjos producen naranjas durante varias décadas esparciendo cientos si no miles de semillas de las cuales solo una será necesaria para reemplazar al árbol.

Siendo que el espacio (la biósfera) es limitado, este sistema de “exterminio masivo”, muerte, es el único posible para permitir la vida de la progenie. El espacio limitado impone la muerte como necesidad.

Por otro lado, siendo la competencia y la cooperación mecanismos que los organismos utilizan para sobrevivir, la muerte de los progenitores es consecuencia necesaria de la mejor adaptación de las nuevas generaciones al medio ambiente cambiante (humedad, calor, luz, relieve, nuevos mecanismos de cooperación, nuevas especies depredadoras, nuevas especies cooperadoras, etc.).

 

La muerte del ser humano.

La realidad social como base.

La biología establece que el ser humano inicia su vida con la concepción. Esta es la verdad para el hombre, el cerdo, el pez o la mosca. Pero, por consideraciones no biológicas, la vida del hombre es valorada de otra manera… y su muerte también. Hubo algún momento en la historia en que un hombre podía ser incluso alimento para otros hombres. Dado este caso, una mujer preñada ofrecería en su vientre un bocado suculento: un ser humano en sus primeros momentos de vida. Estos éramos los seres humanos cuando nos parecíamos más bien a los animales y nos regíamos por las leyes de la naturaleza. Hoy, siglo XXI, salvo los activistas del aborto, los fascistas u otros grupos o individuos marginales, nadie que se precia de ser civilizado puede defender el derecho de matar a otro ser humano, nadie en su sano juicio, integrado en la sociedad y con equilibrio psicológico asume la muerte del ser humano de modo neutral siquiera y menos aún la celebra. Estamos regidos por leyes sociales, por el momento histórico.

Las valoraciones de la muerte humana tienen contenidos éticos y filosóficos, sociales y económicos complejos. Asimismo, nuestra proximidad familiar, étnica o geográfica nos hará asumir la muerte del ser humano de modo específico. Esto último se cumple tanto para materialistas como para idealistas. Consideren por ejemplo que al otro lado del mundo, en las antípodas, están muriendo personas de otra apariencia, otro idioma, otro dios. Debido a la distancia geográfica ni materialistas ni idealistas se distraerán por ello. Pero, si resulta que un predicador anti vacunas murió con Covid 19, un idealista se sentirá afectado y buscará respuestas bíblicas para tan “gozoso” suceso. La realidad geográfica pierde importancia ya que no importa que el predicador esté al otro lado del mundo si murió llevando el evangelio. Lo que importa es que pertenece a su misma secta. Al idealista le importa nada que por causa de las prédicas de este predicador, miles de personas hayan muerto con covid 19 al no vacunarse, a pesar de que estas personas muertas con covid 19 pertenecían a la misma secta.

 

Por su parte, un materialista, de ser el caso, tomará importancia de cómo perjudica la prédica “cristiana” (fundamentalista) contra la ciencia, de cómo hay intereses económicos (materiales) en la prédica antivacunas, de cómo se trafica con la fe para embolsar la limosna. A diferencia del crédulo, el materialista reconoce que el predicador idealista tiene intereses materiales y poca o ninguna riqueza espiritual.

 

En términos muy generales, fuera de las consideraciones biológicas, un materialista estará interesado, de darse el caso, en las condiciones materiales y espirituales del deceso (ambas condiciones). La valoración de estas condiciones se hará de acuerdo con los contenidos éticos y filosóficos muy particulares del momento y circunstancias, como dije arriba. El significado social y político puede cobrar enorme importancia llegando a considerar la muerte “heroica”, “digna” o los casos inversos.

 

Sea por ejemplo el caso mío. Si me entero de la muerte de 1000 personas diarias por covid 19 en Rusia, pienso en las condiciones materiales, sumamente ventajosas en comparación con mi país, por lo cual deberé buscar las causas en otra cosa que no sea el sistema de salud. Pensaré que esas personas tienen mayoritariamente una religión ortodoxa (con otra biblia diferente a la occidental, algo que no me importa). Consideraré que aquello que ocurre allá y que tengo entendido se debe en parte a los predicadores anti vacunas podría ocurrir en mi país debido a la actividad de sectas similares. Pensaré que las partículas virales están teniendo oportunidad de replicarse y mutar gracias a más y más contagios. Lamentaré por último la absurda muerte de tantas personas teniendo en claro que en alguna medida es responsabilidad de las sectas fundamentalistas (“cristianas”) y los grupos económicos que las financian (narcotráfico, traficantes de armas, proxenetas, etc.).

 

Un materialista que pierde un hijo o un padre se consolará con haber luchado por su bienestar, su seguridad y felicidad, con todos los límites que esta lucha pueda tener. Un materialista que pierde un camarada se reparará con el recuerdo de los momentos vividos en la fatigosa tarea de lograr el bienestar material y los momentos compartidos de complacencia espiritual. Un materialista no alberga ideas de resurrección ni de la vida en el “más allá” que son ajenas a la ciencia. Los materialistas asumimos el duelo en la realidad misma, no nos abstraemos de ella para huir a “otras dimensiones” u “otras vidas” y encontrar allá el consuelo como pretenden los idealistas en su prédica.


Recomendaciones para que sepas QUÉ pensamos (y POR QUÉ) los materialistas:

 

1. Termina la escuela. Si no cumples este paso es difícil si no imposible que realices lo demás.

2. Estudia algo de filosofía, ciencias naturales y ciencias sociales. Aquí sabrás por fin algo de materialismo. TODA la ciencia es el potente brazo del pensamiento materialista y la filosofía materialista es su inspiración.

3. Entiende también lo básico de la literatura. Los materialistas, al contrario que los idealistas, entendemos la gran importancia del espíritu y su variedad de expresiones.

4. Trabaja y produce. La responsabilidad (de trabajar y producir) otorga al que la asume un nivel intelectual y moral que no podrás comprender si no lo intentas.

5. Lucha por mejorar la realidad de tu entorno y la realidad de la humanidad. Pregonar la resignación ante el abuso, el robo, el asesinato y la violación para ganarse una parcela en el cielo después de la muerte es inmoral. Pocas sectas religiosas (principalmente fundamentalistas) niegan el derecho del ser humano de desear o luchar por un mundo mejor AQUÍ y AHORA.

 

Cuando hayas realizado todo lo anterior podrás saber QUÉ piensa un materialista de la muerte. Realmente no es tan difícil.


Дата добавления: 2023-01-08; просмотров: 20; Мы поможем в написании вашей работы!

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