Chiquilicuatro, chiquilicuatre. 7 страница



 

 

Ganapán.

En lenguaje figurado, hombre rudo y tosco, de modales zafios. El ganapán fue antaño lo que hoy el peón de estación, o mozo de cuerda, que se ganaba la vida llevando cargas, o haciendo lo que se le mandare. Bruto, pero no de mal fondo. Más que insulto era falta de consideración recordarle a alguien su baja condición social. No solían recibir otra paga que lo que se comían. Los ganapanes solían llamarse "los de la palanca", ya que con ella entre dos podían llevar grandes pesos. Solía ser mozo de muchos amos, como algunos pícaros, y como siempre estaban cansados aprovechaban cualquier momento para dormitar. En el teatro sale a menudo mal parado, recibiendo algún golpe mientras el criado listo se escabulle. Francisco de Rojas Zorrilla, ofrece la siguiente escena:

 

-¿Qué es esto?, aqueste tacaño,

descarado ganapán,

no ha de estar una hora en casa;

aún he de pegarle más.

 

Covarrubias, que tenía buena opinión de ellos, escribe de la manera pintoresca que suele:

 

No cura de honra, y assí de ninguna cosa se afrenta; no se le da nada andar mal vestido y roto; (...) vive en un sótano, y a vezes duerme en la plaça sobre una mesa, y con esto no le sacan prendas por el tercio de la casa. Si está malo, le curan en el hospital, come en el bodegón el mejor bocado, y beve en la taberna donde se vende el mejor vino, y con esto passa la vida contento y alegre".

 

 

Gandul.

Holgazán, haragán, que rehuye el trabajo. Vago y ocioso, que por andar siempre desocupado sólo piensa en torpezas. Es voz que ha experimentado un notable cambio semántico. Antaño significó "moro o indio joven y belicoso". En su primera acepción, en el siglo XV, tenía que ver con su etimología árabe, gandur: muchacho de clase trabajadora que a pesar de sus escasos recursos y origen villano pretendía pasar por elegante, procurando agradar a las mujeres; individuo que vivía sin trabajar, y a la menor provocación tomaba las armas. Con los significados descritos cayó en desuso, tanto que no se cita en el Diccionario de Autoridades. El DRAE lo registró mediado el siglo pasado, con la acepción actual de "vago, tunante y holgazán":

 

En tanto que halaga la fortuna

a un gandul sinvergüenza, torpe, idiota,

gime el talento, y el honor ayuna.

 

En el sentido de vagabundo y truhán el término es de etimología árabe: gandur = ocioso, voz que aparece a mediados del siglo XV en las Coplas del Comendador Román, con el significado adicional de "moro joven y belicoso, galanteador de mujeres y dado a la vida holgazana". El DRAE incorpora el término en la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya era voz corriente entre los hablantes de estratos sociales populares, y en el ámbito de la familia. Hartzenbusch da al término este empleo:

 

Acude un menestral a una oficina del gobierno para que le despachen un asunto: le cuesta dos o tres viajes la diligencia, y ya le basta esto para decir que todo empleado es un gandul.

 

Hoy es voz desusada, aunque sigue muy viva en Andalucía y el reino de Murcia y sus zonas de influencia lingüística.

 

 

Gandumbas.

Haragán, dejado, apático; vago y holgazán que ha hecho de la inactividad una meta vital. Es voz derivada del portugués antiguo gandum, con el valor de gandul, y las agravantes de idiota o cretino. Tiene también, por asociación o ampliación del sentido, el significado de "huevazos, cojonazos" en cuyo caso es equivalente a individuo que "los" tiene cuadrados, desmesuradamente grandes a fuerza de no hacer nada. Rodríguez Moñino, en su Diccionario geográfico popular de Extremadura, registra un caso de uso de la voz gandumbas en el sentido que decimos:

 

Por la sierra de Pela

viene un mosquito:

le llegan las gandumbas

a Don Benito.

 

Es término afín a "gandul", de su misma etimología. Se utiliza en Murcia y parte del antiguo reino de Valencia con el significado de idiota haragán, dejado y apático, capaz de dejar pasar muchas horas sin moverse de donde está tumbado. En su forma femenina se aplica en Valencia a las rameras callejeras apostadas en las esquinas, o busconas por plazas y mercados.

 

 

Ganforro.

Bribón, pícaro que hace pequeñas raterías; persona de nula consideración social, que vive a salto de mata, a menudo amancebado con ramera, uso que todavía tiene en algunos puntos de Extremadura. En cuanto a su etimología, es voz variante del término "galfarro, galfarrón". En última instancia, deriva de la voz "garfiñar", término que, teniendo como base la voz "garra", es de formación agermanada, según aduce Juan Hidalgo en su Vocabulario de germanía (1609).

 

 

Gansarón.

Individuo alto y desairado, torpón y desgarbado, muy flaco y desvaído. Llámanse así por la torpeza en el andar y lo insufrible del graznido de estas ánades gigantes, a las que parecen imitar en el movimiento y en el mostrarse erguidos con aire desorientado, inocente y estólido.

También se dijo "ansarón", aumentativo de ansar: ganso. El término lo utiliza así Antón de Montoro, a mediados del siglo XV, entre un aluvión de insultos de toda índole:

 

Vos hinchado con pajuelas,

gordo ratón de molino,

ansarón

criado a leche y berçuelas

con el entero del vino vinagrón,

melcochero passa frío,

vil escopido marrano

muy anín...

 

 

Ganso.

Se dice de la persona rústica y malcriada, torpe e incapaz, perezosa y lenta. Hemos escuchado en alguna zarzuela, los siguientes versos:

 

Don Cenón es un mastuerzo;

el muchacho, un Barrabás;

Mauricio, vicioso y ganso...,

y el señor...: Vd. dirá.

 

En cuanto a la expresión "hacer el ganso" debemos decir que la entrada del ganso en el apartado de animales cabezas de lista de la sandez es ajena a la naturaleza de estas aves, teniendo sólo algo que ver con su comportamiento social de carácter gregario. Asimismo, los que hablan por boca de ganso no son tontos del todo, sino tontos a la fuerza, ya que carecen de libertad de expresarse como de verdad son. Así, decimos de alguien que habla por boca de ganso, es decir, que no manifiesta autonomía de pensamiento ni dice lo que él piensa, cuando expresa opinión ajena como propia. Y al parecer se dijo porque los gansos, cuando empieza a cantar uno, cantan seguidamente todos. Amén de esto, en el siglo XVI se llamaba "ganso" a los ayos a cuyo cuidado quedaban los niños de clase social elevada. Cuando el ayo los sacaba a la calle camino de la escuela o el pupilaje, todos iban delante de él, como hace el ganso con las crias, no permitiéndoseles a los niños contestación otra, a cualquier pregunta, que la previamente expresada por el ayo. Hablaban, pues, por boca de su ayo, esto es: del ganso, que es como se le denominaba también a este personaje. (Para su etimología, véase el final de la voz "trasto").

 

 

Gañán.

Mozo de labranza, hombre tosco y primitivo, que no sólo carece de modales, sino que éstos le importan poco. Ese es el sentido actual del término, sin embargo, en los siglos XVI y XVII no era voz insultante, sino meramente descriptiva de la condición social de labrador, jornalero del campo, persona que se gana la vida con las manos. Covarrubias (1611), que partía de una etimología equivocada, dice en su Tesoro de la Lengua:

 

Los gañanes de ordinario son muy grosseros y grandes comedores de rústicos mantenimientos; y por esso al que come cosas groseras y con excesso y poca policía dezimos que come como un gañán.

 

El matiz peyorativo fue ganando en negatividad a lo largo del siglo XIX. En el teatro se le ve como individuo que sólo se complace con los asuntos zafios, y por doquier se le considera un simple ganapán desprovisto de valor cultural o social alguno. De Hartzenbusch es la siguiente estrofa:

 

Los de ilustre jerarquía

y los míseros gañanes,

todos viven entre afanes,

recelando cada día...

 

Hoy es voz intercambiable con "patán, palurdo, ganapán", entre otros términos que tienen en el aspecto rudo y la cortedad de entendimiento las bases de su significación.

 

 

Garbanzo negro.

Serlo equivale a hacerse notar de manera negativa. Se dice del individuo que dentro de una familia reputada, digna de respeto, y de trayectoria social relevante, destaca por su ruin conducta, siendo una mancha negra en un paño blanco; también se dijo "garbanzo de mella", por ser menoscabo y achaque para la familia a la que pertenece. A lo antes dicho se une la fama del garbanzo negro, que según el segoviano Andrés Laguna, médico del emperador Carlos V y del papa Julio II, (primera mitad del siglo XVI), es legumbre "venérea", que despierta en el hombre lujuria y concupiscencia, haciendo que hierva la sangre en sus venas, y así, caliente, cometa tropelías y torpezas. En ese caso garbanzo negro es término de comparación negativa: ser alguien como el garbanzo negro, que saca al hombre de sí y le predispone a la lascivia. Por otra parte, el origen de la expresión pudo tener que ver con el valor simbólico de los colores: el blanco fue considerado siempre signo de felicidad y bienandanza; el negro, de desprecio y desgracia. (Véase también ser alguien la "oveja negra").

 

 

Garduño.

Ratero que con habilidad, maña y disimulo grande logra hurtar las más escondidas bolsas y carteras; en medios rufianescos: puta que a su vez roba con arte a sus clientes. Covarrubias, en su Tesoro (1611), da esta ingenua etimología al vocablo:

 

Al ladrón ratero, sutil de manos, llamamos garduña, porque echa la garra y la uña; de do pudo tener también origen este nombre.

 

Es término muy del gusto de la novela picaresca; López de Ubeda lo usa en 1605, en La picara Justina, pero se encuentra documentado casi un siglo antes. Es voz utilizada en medios arrufianados y hampescos, en mentideros donde se ejercía la prostitución y el robo, o se fabricaba calumnias; en la novela picaresca La garduña de Sevilla, de Castillo Solórzano, (primera mitad del siglo XVII) se alude a ese mundillo de los bajos fondos; también en catalán, coetáneamente, la garduña era el patio de la cárcel, o la cárcel misma. El entremesista madrileño Luis Quiñones de Benavente, del siglo XVII, emplea con el sentido de "rapiñar" el verbo "garduñar". Hoy es palabra en desuso, porque para describir y nombrar el mundo de la delincuencia y la miseria moral cada época crea su propio vocabulario.

 

 

Gárrulo.

Parlanchín, persona charlatana, que habla por hablar y sin decir cosa de substancia. Es voz usada en su origen, (principios del siglo XVI) en contextos agermanados. En los romances de Rodrigo de Reinosa aparece como voz propia del lenguaje rufianesco y asocarrado. En esos medios marginales, la voz garlo equivalía a "parlotear", de donde procede el adjetivo ofensivo "garlón". Del término del latín tardío garrulare se dijo "gárrulo", palabra expresiva y vivaz que significaba hablador incontinente, que habla por los codos, sin arte ni concierto, para al final no decir nada más que tonterías. Leandro Fernández de Moratín utiliza así el término, algunos siglos más tarde: "El sobresaliente mérito del drama bastaría a imponer taciturnidad y admiración a la turba más gárrula, más desenfrenada e insipiente".

Por su parte, de Mariano José de Larra es la siguiente exclamación de desaliento y desesperanza:

"¡Vuelta con los adelantos, y torna con los descubrimientos. ¡Oh siglo gárrulo y lenguaraz...!".

 

Su uso actual sigue siendo el de sujeto que habla sin substancia en lo que dice. También se predica vulgarmente del lugareño palurdo y zafio. Con este significado se emplea también garrulo, sin acento esdrújulo.

Sorprende encontrar esta voz en el himno de Almería, cuya letra, debida a un poeta local, califica con ella a los habitantes de aquella hermosa ciudad, aunque teniendo in mente otra acepción del término, relacionada con ciértas aves canoras.

 

 

Gaznápiro.

A quien se queda embobado mirando con la boca abierta, al cándido y simplón llamamos "gaznápiro". Se trata de una variante del bobalicón, mezcla de palurdo y torpón o manazas. Hartzenbusch pone en boca de una de sus criaturas dramáticas, la siguiente expresión para implorar un castigo que merece: "No tenga usted misericordia de mí. He sido un gaznápiro". Es de uso relativamente reciente, ya que se documenta por primera vez a mediados del siglo pasado. Su origen es incierto; la Real Academia sugería, en 1884, que podía provenir del término "gaznar, graznar", pero no parece explicación suficiente, pues deja sin comentario las sílabas finales "-piro". J. Corominas, (Diccionario Crítico), dice ser voz de origen incierto, aunque se aventura a dar como etimología del término una mezcla de palabras neerlandesas como gesnap y snapper, con el valor semántico de "parloteo, charlatán". Pero de ser eso así el término no se documentaría de la manera tardía que lo hace: primera mitad del siglo XIX. Más razonable parecería hacer derivar el término de la voz catalana ganàpia = grandullón, especie de gansarón, muchacho crecido pero aniñado.

 

 

Gilí.

En lenguaje de germanía, o jerga de rufianes, decir gilí equivalía a tachar a alguien de tonto, memo. Parece que procede de una variante del lenguaje gitano español, jil = fresco, reciente, de donde en sentido figurado se dijo del ingenuo, novato o inocente, fácil presa para el timo o el engaño. Emplea el término Benito Pérez Galdós en su novela de ambiente madrileño Misericordia; antes lo había empleado Rodríguez Marín en sus Cantos populares andaluces, (1882). No obstante, la etimología apuntada como más verosimil, dado lo tardío de la aparición del término, debe notarse el vocablo árabe granadino gihil = bobo, modorro, como posible etimología del vocablo.

 

 

Gilipollas.

Quiere el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que derive de la voz árabe yahil, yihil o gihil = bobo, muy utilizada entre los hablantes de la España musulmana. El vocablo pasó al romance: "gilí" = sujeto ignorante y aturdido. Otra acepción del vocablo "gil" hace referencia al antropónimo "Gil", por entenderse ser éste una especie de antonomástico de "lelo, imbécil, infeliz". A este respecto escribe Covarrubias en su Tesoro, (1611): "Este nombre en lengua castellana es muy apropiado a los çagales y pastores..."

Corominas, en su Diccionario Crítico, deriva el término de la voz gilí = tonto, memo, de la palabra gitana jili = inocente, cándido. El erudito Rodríguez Marín, en sus Cantos populares andaluces, parece ser quien primero lo utilizó por escrito, 1882. Poco después lo recogería Pérez Galdós en su novela Misericordia, de ambiente madrileño suburbial. Nada dice del compuesto "gili-pollas". Camilo José Cela, en su valioso Diccionario del Erotismo, asegura que la segunda parte del término se refiere al pene. De este encuentro de vocablos resultaría una especie de "poya tonta", "picha loca", "tonto (de) la pija", "pichilelo". El término es de uso general en toda España para tildar a alguien de tonto integral, perdiéndose toda consideración y respeto a quien así se califica, ya que no sólo se le tacha de "tonto y bocazas", sino que ello se hace con escarnio, mediante una mezcla explosiva de términos: "gilí" (universo gitano) y "pollas" (zona menos noble de la anatomía), evocándose así un universo ínfimo, que enmarca al individuo en un campo semántico ingrato. El gilipollas no es un simple tonto, sino que participa además de la condición espiritual del bocazas, del incontinente verbal que todo lo airea sin guardar secreto ni recato en la divulgación de la noticia, comportamiento que ni siquiera busca el hacer daño. La personalidad del gilipollas es mercurial, cambiante, insegura, y a menudo gratuita. El gilipollas puede salir por peteneras en cualquier momento, y montar desaguisados importantes sin darse cuenta. No es malo porque no tiene coeficiente intelectual suficiente para serlo, pero es muy inoportuno y por ello peligroso, ya que puede echar cualquier cosa a perder llevado de su falta de juicio y de la ausencia en él de criterio para medir el alcance de las acciones y el discurso.

 

 

Gilipuertas.

El gilipuertas no es menos gilipollas que el gilipollas mismo. Echamos mano de este vocablo cuando queremos quitar hierro al insulto, variando la segunda parte del compuesto, y así decimos "gili-puertas", con lo que restamos fiereza al conjunto. Sin embargo hay autores que consideran que de esta manera se agravan las cosas, ya que se desprecia al insultado, tildándole de algo insulso e indefinido, expresado en "puertas", término fonéticamente más cercano a "pollas", con lo que aunque se evita herir la sensibilidad de oyentes circunstanciales del insulto, ello se hace sin ánimo de atenuar el grado de imbecilidad del insultado. El escritor español nacido en Filipinas, Álvaro Retana y Ramírez, feliz autor de novelas eróticas y de letras y músicas de sonados cuplés, emplea así el término en su Historia de una vedette: "Es un gilipuertas, bisbiseó la ex tanguista, rememorando su vocabulario expresionista del cabaret Pelikán".


Дата добавления: 2019-02-12; просмотров: 214; Мы поможем в написании вашей работы!

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